EL TEATRO GRIEGO CLÁSICO

El teatro griego clásico es contemporáneo durante el siglo V a. C. con la democracia ateniense iniciada en 510 a. C.; además, en las primeras décadas de ese siglo tuvo lugar la guerra contra los persas para asegurar la libertad de Grecia. Por eso, el teatro griego es un importante testimonio del valor de la democracia ateniense y la representación más eficaz de sus valores.

Cuando Frínico represento alrededor del 500 a. C. la caída de Mileto, arrasada por el ejército persa, fue pionero de lo que sería el rasgo principal del teatro griego: su compromiso por el destino de la civilización griega y la defensa de sus valores y creencias. En este sentido, los festivales anuales en los que la actividad principal era la representación de tragedias y comedias, se convirtieron en la máxima expresión de la identidad nacional de los griegos, sin importar las diferencias políticas habidas entres las ciudades.

El teatro griego ponía en escena fábulas y situaciones en las que el espectador era testigo y coproductor de eventos en los que estaban en juego temas y problemas fundamentales: el respeto a los compromisos contraídos, la libertad de elección y decisión, la desmesura contra normas inviolables y el buen y mal desempeño en el poder.

Los persas, la obra más antigua conservada es un alegato contra la guerra injusta y la denuncia de la desmesura ante normas religiosas inviolables. Es decir, religión y política fueron caras de una misma moneda siempre presente en todas obras, trágicas y cómicas. Por eso, cuando murieron los grandes trágicos, Aristófanes colocó a Dionisio, dios del teatro, en los infiernos con la misión de rescatar el mejor de los trágicos para que ayudara a salvar a la ciudad. Atenas había sido derrotada en la guerra del Peloponeso y el teatro griego se había quedado sin sus grandes poetas.

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